martes, 8 de julio de 2008

¿POR QUÉ INGRID AGRADECE TANTO A FRANCIA?

Ingrid Betancourt vivía en Bogotá con su esposo Juan Carlos Lecompte en un sencillo apartamento. No imaginaron que la guerrilla pudiera secuestrarla. Corría el año 2002. En aquellos tiempos, Ingrid se manifestaba a favor de una reforma agraria, de reformas políticas, judiciales y electorales; expresaba con claridad su oposición a la corrupción del Estado. Sus diferencias con varios hombres de poder se expresaban en los métodos que se utilizaban para enfrentar los problemas de Colombia. Siempre ha estado en contra de la guerra, los secuestros, atentados y el narcotráfico. 

En el estante de sus libros destacan grandes autores franceses: Rousseau, Voltaire, Baudelaire, Víctor Hugo, Camus, Sartre. Cada rincón de aquel apartamento era un homenaje a la mujer secuestrada, hoy rescatada. En la entrada, lo primero que encontraba el visitante era una foto casi a tamaño natural de Ingrid. Del mismo tamaño, un cuadro en el que se mostraba su rostro sonriente. Ya en el salón, exactamente sobre un aparador situado en el centro de la sala, se guardaba su tesoro más preciado: “Ingrid, aquí te dejo una flor”; un dibujo y la firma: “tío Pablo Neruda. Feb. 1972”. A lo lejos parecía un garabato. 

Nueve días antes de su secuestro, Ingrid y otros dos candidatos a la presidencia se reunieron con el estado mayor de la guerrilla. En ese momento el proceso de paz agonizaba. La candidata a la presidencia retó a los jefes de las FARC para que dieran muestras de querer negociar la paz. No imaginaba que sería una víctima que se convertiría en símbolo. En aquel encuentro exigía con contundencia: “No más secuestros y liberar a los secuestrados. Éste podría ser un gesto unilateral para mantener el proceso”. En esa ocasión, al terminar el encuentro, uno de los comandantes de las FARC se acercó a Ingrid y le entregó una nota: “Ingrid, ya que andas repartiendo viagra, no sé si trajiste algunas pastillitas para regalárselas a Andrés París, otro de los jefes guerrilleros”. La nota estaba firmada por Joaquín Gómez.

En el apartamento de Bogotá, Lecompte recibió la llamada de un general del Ejército: “Ingrid está desaparecida”. Diez días después se recibió el comunicado oficial de las FARC. Fabián Ramírez, portavoz de la guerrilla, afirmó que Betancourt estaba en sus manos y que sería retenida por lo menos un año. Se confirmaron los peores augurios. En los días siguientes a la dura noticia, Yolanda Pulecio, la madre de Ingrid, viajó a México para conversar con su compatriota, el escritor Gabriel García Márquez, a quien conoció en París. Pretendía que persuadiera a la guerrilla. “Gabo me dijo que no tenía ninguna relación con las FARC. Cuando le dije que me ayudara a conseguir una cita con Fidel, me dijo que Castro tampoco tenía relación con la guerrilla, que no valía la pena que viajara a Cuba”. Y no viajó a La Habana. “No fui y Gabo no me ayudó a conseguir la cita”. Otra de las puertas que tocó la madre desesperada fue la del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien dijo que ayudaría.

Sin embargo, lo que menos esperaban era la reacción de un gobierno un tanto distante como el francés que se convirtió a partir de ese momento en un aliento indispensable. Francia decidió defender a una ciudadana francesa. Yolanda Pulecio recuerda que al día siguiente del secuestro, el presidente Jacques Chirac habló por teléfono con Andrés Pastrana. Después de este intercambio entre mandatarios, el que fuera presidente de Colombia citó a la familia de Ingrid en su despacho. La madre recuerda que con un tono de “frivolidad total” dijo que su gobierno “nada podía hacer porque estaba de salida”. Faltaban cinco meses y medio para que Pastrana dejara su cargo de presidente. “El presidente Pastrana fue infame”, recuerda la madre. 

Entretanto, Ingrid se convertía en un símbolo en Francia. Ya era conocida por la publicación de un libro un año antes de comenzar su calvario. Allí también vive su hermana mayor, Astrid, quien convirtió a Ingrid en su causa. Sus actividades provocaron que se crearan redes de comités a favor de su liberación. Estas organizaciones civiles se extendieron por toda Europa.

Lecompte recuerda que en un momento se llegaron a crear unos 280. Sus actividades eran pacíficas: caminatas, páginas web, una de ellas, www.betancourt.info. Ingrid fue nombrada ciudadana de honor en más de 60 ciudades de Francia, también en Bélgica, Alemania, Holanda y Canadá. Los partidos verdes y hasta el parlamento europeo pidieron su liberación. Los gobiernos de Francia y Bélgica la postularon a Premio Nobel de Paz 2003. 

Incluso el coliseo romano se iluminó para pedir por la liberación de Ingrid y de San Suu Kyi, Premio Nobel detenida en Birmania. Así Ingrid se convierte en un símbolo del secuestro en Colombia. La guatemalteca Rigoberta Menchú, también Premio Nobel de la Paz, se une al coro de las voces que en el extranjero pedían a la guerrilla terminar con su cautiverio, así como del resto de los secuestrados.

Pero en Colombia, el único comité que existía en esos primeros tiempos de su secuestro lo conforma su familia. La madre y el esposo recordaban en 2003: “Por una parte, no sé si es que no hay solidaridad. Por otro lado estamos acostumbrados al horror de lo que pasa todos los días en Colombia, la gente se adormeció”.

Había pasado el año que decía la guerrilla. Habían pasado 18 meses y medio de aquel 23 de febrero de 2002. Las FARC había entregado dos pruebas de vida. La primera llegó cinco meses después. Ya en el primer vídeo que circula por distintos medios se ve a una Ingrid debilitada física y moralmente.

En esta grabación, Ingrid deplora al gobierno del ex presidente Pastrana y declara que se siente abandonada por el Estado colombiano. La guerrilla pretendía canjearla por guerrilleros. Ingrid se opone con entereza.

Desde aquel vídeo transcurrieron trece meses de silencio; hasta que las FARC presenta otra prueba de vida. Creo que por más esfuerzo que uno pueda hacer para imaginar esos meses, es imposible. Circulaban los más terribles rumores, y la familia intensifica la presión internacional. La madre recuerda que uno de los momentos de mayor angustia lo vivieron el día que recibió una llamada telefónica de una periodista que dijo ser de Radio Caracol. Sin mucho tacto espetó: “Su hija está muerta”. El marido de Ingrid fue rápidamente a la cárcel Modelo en Bogotá para entrevistarse con miembros de las FARC. Ninguno pudo darle una señal de vida, sólo le afirmaron que si Ingrid moría, el hecho no se podría ocultar por mucho tiempo. Otra vez la horrible y larga espera…

En medio de esta desesperación llega una nueva versión: “está muy enferma, con una insuficiencia renal”. La familia decide pedir ayuda al Gobierno francés, que envió una misión médica a Manaos, frontera de Brasil con Colombia, donde se esperaba que fuera puesta en libertad. Una cadena de errores provocó que la operación no tuviera éxito. Incluso casi se crea un conflicto internacional entre los gobiernos de Brasil, Francia y Colombia. Pasan unos veinte días desde este angustioso fracaso hasta que llega otro vídeo que transmitió el servicio de noticias “Uno”, el mismo telediario que difundió la primera prueba de vida.
En aquel vídeo Ingrid muestra un buen semblante que contribuyó a calmar las especulaciones y la zozobra constante de toda su familia.

En ese vídeo Ingrid reitera su oposición a ser canjeada por guerrilleros, pero insta al Gobierno de Colombia al canje de soldados, que llevan más de nueve años en manos de las FARC. En esa intervención ya se muestra a favor de las operaciones de rescate, mientras que su familia se negaba. “Rescate sí, definitivamente sí, por principio, pero no cualquier rescate. Los rescates o son un éxito o no deben serlo”. Fue contundente y un tanto irónica. En sus palabras recuerda el fallido operativo del Ejército el 6 de mayo de 2003, que terminó con la muerte de diez personas, entre ellos ocho soldados y dos civiles, el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, de 41 años y el ex ministro de Defensa, Gilberto Echeverri, de 66.
El vídeo tiene una duración de 23 minutos. Ingrid explica la situación de los secuestrados. También expresa sus consideraciones acerca de cómo el Gobierno de Colombia debe tratar este tema. Destaca el hecho de que pocas veces habla de sí misma. En poco menos de cinco minutos, resume su amor a la familia que espera su regreso.

Su marido se quedó con las ganas de saber si había recibido su libro favorito: “La Historia de Napoleón”, que le envió con un cura que trabajaba en ese entonces en la selva. La familia buscaba todas las formas posibles para hacerle llegar su amor a Ingrid. Una práctica habitual entre la familia de los secuestrados. Impresiona ver todo el andamiaje que han creado los familiares para hacer llegar su mensaje a los secuestrados. Y los parientes de Ingrid también participaron de ese mundo a veces sórdido y en otras muchas muy humano, desgarrador y solidario. Ingrid recibía mensajes de sus parientes los sábados a la medianoche a través del programa "Voces del Secuestro", que transmite una radio local colombiana. 

El vídeo que se había convertido en la segunda prueba de vida suscitó todo tipo de interpretaciones. Los medios de comunicación afirmaron que su mensaje político era un llamamiento al Gobierno de Álvaro Uribe para que realizara el canje humanitario y dialogara con las FARC. “No negocia con guerrilleros y sí negocia con los paramilitares; eso es lo extraño, que son tan terroristas como la guerrilla”, comentaba su mamá con respecto al proceso de desmovilización de los grupos paramilitares.

Otra especulación fue que Ingrid sería liberada en los próximos días. Lo que provocó que los medios de Prensa llegaran a afirmar que la mujer convertida en símbolo de los secuestrados se convertiría en la mediadora para un futuro diálogo entre las FARC y el gobierno. Pero todo quedó en el campo de las especulaciones y descalificaciones. La guerrilla más antigua de América Latina emitió un comunicado en el cual desmintió la posible liberación de la ex candidata y reiteró que el canje con los guerrilleros presos sería la única opción para devolverla a su familia.

Al cumplirse 20 meses de su cautiverio varios medios de comunicación colombianos afirmaban que la ausencia de Ingrid era irreparable. Ha llovido mucho desde entonces.

Ingrid acumula más de 70 meses de secuestro. Ya está libre. Durante su encierro en ese territorio del Caquetá, donde la muerte y la indefensión son gobernadoras, donde se encuentra la sede de la industria del secuestro colombiano, Ingrid conoció de la muerte de su padre un mes después de comenzar su vida de secuestrada. Hoy acumula muchas pérdidas. Su perra, que la esperaba con ansiedad, era obesa y blanca. Durante once años se echó a sus pies cada día. Guardó su lugar mientras pudo. 

En aquellos años su familia recordaba una idea, una convicción que los mantenía unidos y constantes en su campaña por la vida: “¿Llegada a este punto, será que a mí también me van a matar? Mi relación con la muerte se equipara a la que pueda tener con ella un equilibrista. Tanto él como yo hacemos cada cual una actividad peligrosa, evaluamos los riesgos, pero nuestro amor por el arte es más grande que el miedo. Amo la vida apasionadamente, no tengo ganas de mártir, todo lo que construyo en Colombia es también para poder tener la felicidad de envejecer aquí. Para tener el derecho de vivir aquí en este, nuestro país, sin temer por todos aquellos que amo". Y así sigue, a pesar de las circunstancias, las descalificaciones y las críticas. 

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