martes, 7 de octubre de 2008


El actual proceso de democratización ha sido relativamente exitoso, y ahora está confrontado con algunos dilemas que se derivan de su implantación a escala casi mundial. Aunque no existe ninguna relación causal directa, la democracia contemporánea de masas, la cultura popular y las demandas crecientes de todos los pueblos de la Tierra se hallan en un mismo contexto junto con los peligros de la entropía social, los desarreglos ecológicos a escala global y la manipulación que emana de los medios de comunicación. Desde la Antigüedad clásica se sabe que, bajo ciertas circunstancias, los regímenes democráticos pueden degenerar y convertirse en sistemas autoritarios. En cambio una genuina democracia está basada en factores argumentativos y deliberativos, y estos últimos no son el fuerte del actual modelo civilizatorio. Es probable que la ciencia política del presente sea bastante convencional: en general no ha tomado en cuenta las limitaciones que exhiben los regímenes democráticos  como toda obra humana  y los límites que la naturaleza y la escasez de recursos significan a largo plazo para una convivencia razonable de los seres humanos.

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